El ser humano, a diferencia de los animales, no vive tan sólo en el momento presente sino que también toma en cuenta y reflexiona sobre el pasado y el futuro; de ahí su previsión, su preocupación y su frecuente sentido de angustia. La mujer, por el contrario, dada su razón más débil, participa menos de las ventajas y desventajas de todo ello. Ella acusa una cierta miopía intelectual porque su intelecto intuitivo ve de manera distinta las cosas cercanas, presentándole un horizonte mucho más restringido, en el que no caben las cosas lejanas. Justamente por ello, todo lo ausente, lo pasado o lo futuro, actúa mucho menos sobre las mujeres que sobre los hombres.
De allí deriva también la tendencia, mucho más frecuente en las mujeres, al despilfarro, que llega a veces a la insensatez. Pese a las muchas desventajas de esta situación, también ofrece un lado positivo: la mujer se cala mucho más que nosotros en el presente y, por ende, lo disfruta más, mientras éste sea tolerable. De ahí esa especial serenidad de la mujer, que le permite brindarle al hombre cargado de preocupaciones horas placenteras de descanso.