El europeo va a comprar verduras al amerindio. El europeo le habla de Marx y Hegel. El amerindio asiente, cuenta el dinero. El europeo vuelve a la casa, no se baña porque es invierno, quizás habla mal de un neoliberalismo imaginario en Facebook.
El amerindio trabaja hasta las 9 de la noche, cierra la persiana, se caga de risa con la mujer de las pelotudeces que dijo el hombre blanco roñoso del monoambiente. El amerindio duerme feliz, mañana va a señar la Hilux en el concesionario. El amerindio está en armonia, esa armonia que te da el triunfo inevitable.
El boliviano aymara-descendiente: trabaja 12 horas diariamente, no conoce día franco, ignora los recreos para comer, fumar o boludear. Solo conoce el trabajo, el comercio y la expansión de su pueblo indígena en territorio foráneo.
El argentino europeo-descendiente: languidece en un monoambiente, triste, revienta de odio. O dispone de libros de Marx, o de una colección de dibujos animados hecho en Japón.