El kid de la cuestión está muy lejos de "aceptar" o "tolerar" a gays, trans y demás fauna de inestables sino de serrucharles el piso (incluyendo a aquellos que procuran un estilo de vida recto, discreto), mientras explotan los conflictos sociales con los demás. Puedes notar esa misma disociación entre el discurso progre y los resultados reales en otras áreas, por ejemplo, en la inmigración sin control y una tasa de crímenes más alta. La dinámica ya es familiar: la ley establece igualdad para todos teniendo en cuenta a los vulnerables (menores de edad, personas con discapacidades, mujeres en condición de embarazo, personas mayores); con el tiempo un grupo o minoría es blanco de violencia y discriminación, entonces la ley cambia para ser más específica y progresivamente esta minoría se vuelve un colectivo con privilegios amparadas por oportunas ONGs y acompañados por partidos políticos, jueces corruptos o auxiliares de la ley que miran hacia otro lado cuando les conviene.
El LGBT se comporta como una mafia.