Luego de unos minutos de negociar con los jóvenes en toma se dio la instrucción de desalojar el Instituto, entramos a la carrera entre piedras, palos y algunas bombas molotov que cayeron cerca pero gracias a Dios no me quemaron a mí. Un grupo de jóvenes corrieron hacia nosotros para atacarnos pero fueron rápidamente repelidos, gracias a Dios arrancaron y no tuvimos que ocupar la fuerza ya que es muy doloroso tener que reducir a quienes tú quieres ver triunfar.
Como una manera de evitar usar la fuerza, tomé una bomba lacrimógena que llevaba en mi equipo, la agarré con fuerza para que no me la fueran a arrebatar, los jóvenes saben que no podemos usar mucha fuerza por lo tanto tenemos que ser muy cuidadosos con lo que hacemos en estos casos. Por favor no repitas las palabras que te voy a contar, estando dentro del recinto hay una chica que no recuerdo su cara, pero sí recuerdo que llevaba una chaqueta roja, que me gritaba fuerte cosas como “conchetumadre, hija de puta, paca culiá”. En ese momento yo pensaba en ti, qué derecho tiene una joven, que toda su educación se la regala el Estado para venir a insultar a tu madre así, jamás he hecho acción alguna para merecer un descalificativo como ese, tu abuela fue una mujer ejemplar y he llevado una vida social normal donde jamás un hombre se ha burlado de mí. No vi nuevamente a esa chica hasta unos minutos más tarde en que estando yo afuera del recinto, sin haber golpeado a nadie y con mi bomba lacrimógena aun en mi mano que no quise ocupar me vuelve a insultar con groserías del mismo calibre, me mira a los ojos y me dice “paca zorrona, métete el luma por el chico y la pistola por la zorra pa que gocí como maraca”. Sentí ganas de llorar, de dejar todo, de gritar de rabia y de pena, sentí una impotencia tan grande que a lo único que atiné fue a golpearle la boca para que nunca más vuelva a insultar a una mujer así.
Como ya verás hijo, ese solo movimiento de mi mano hacia su cara fue lo que grabó la prensa, las cámaras no perciben la vibración de mi corazón cuando golpea en el uniforme de un Carabinero, las cámaras no ven los moretones, no perciben que bajo el uniforme vamos seres humanos, de carne y hueso, van madres, padres, hijos, amigos, hermanos, no… eso no lo ve la prensa. Tampoco ve que estamos para defender la integridad de miles de personas, sus videos no tienen audio para escuchar los insultos, ni el estremecedor ruido de los palos, botellas piedras y vidrios que caen cerca de nosotros.
Hoy estoy fuera, sí hijo, no tengo cómo explicártelo pero fui dada de baja, después de haber ofrecido mi vida por este país que sigo encontrando maravilloso fui dada de baja. Las razones las desconozco porque no hubo juicio de por medio, nadie revisó mis méritos, a nadie le importó que para una mujer carabinero el hecho de poder escribir una carta al final del día es una suerte ya que muchas veces terminamos en un hospital, malheridas o muertas.
Hoy te puedo asegurar algunas cosas, no habrá medalla al mérito, el General Director no me va a abrazar, no me va a preguntar por ti ni por tu hermanita, el ministro del Interior buscará unos puntitos de apoyo popular en las encuestas a costa mía. También te puedo asegurar que muchos políticos van a hablar mal de tu madre, lo mismo que la periodista que se peina como Barbie y otros candidatos a presidente harán lo mismo. Pero hay algo que te puedo asegurar con más certeza aún, que tu mamá te adora, que vistió con orgullo el uniforme de Carabineros de Chile, que nunca robó un peso y que vive orgullosa de lo que fue y de haber dado lo mejor de ella por ti y por su país.
Esta carta no te la escribo yo hijo, la escribe el sentimiento de muchas persona que viven en Chile y que quieren lo mejor para su país. No soy la Nicole que no se despidió de ti esta mañana, soy las miles de personas que dejamos la vida en la calle por nuestros hijos.
Te adoro hijo mío.