Como dice Jules Michelet, "la mujer nace hada. Por el retorno regular de la exaltación, es sibila. Por el amor, maga. Por su finura, malicia (con frecuencia fantástica y bienhechora), es bruja y echa suertes, o por lo menos engaña, adormece las enfermedades".
"El hombre caza y combate. La mujer se ingenia, imagina: engendra sueños y dioses. Cierto día es vidente: tiene las alas infinitas del deseo y el ensueño. Para contar mejor el tiempo, observa el cielo. Pero la tierra no está por ello menos en su corazón. Con los ojos bajos sobre las flores enamoradas, ella misma joven y flor, la mujer traba con las flores un conocimiento personal. Es mujer y les pide que curen a los que ella ama".