Mucho se ha hablado sobre el descenso hacia la villanía de Daenerys Targaryen en el último capítulo de Game of Thrones. Sospechamos que el descontento generalizado que esto produjo tiene mucho que ver con la falta de destreza de los guionistas, pero también obedece a un fenómeno más profundo, que va más allá del mundo de incesto medieval que es GOT y de la ficción en general.
Desde el inicio de la serie, sabemos que Daenerys es la heredera de una larga línea de invasores colonialistas. Los Targaryen son ajenos a Westeros pero lo invadieron y colonizaron, instalando una monarquía absoluta que perduró siglos antes de su caída. El propósito de Daenerys, su principal motivación, a través de toda la serie, ha sido recuperar el trono para ella y su linaje.
No liberar al pueblo de Westeros, no mejorar sus condiciones de vida, si no que simplemente recuperar la corona.
Por qué convertimos a esta invasora colonialista en un icono feminista? Tanto que largos ensayos se han escrito sobre la lucha de Daenerys contra el patriarcado? Porque la serie nos hizo amarla. Nos mostró todas sus tribulaciones, nos la presentó como una mujer fuerte, resiliente, humana. Romantizó su lucha hasta el punto de que olvidamos que se trata de una invasora colonialista.
Tan así, que hemos leído a páginas feministas justificando su bombardeo de toda una ciudad, mujeres y niños incluidos.
Es colonialismo con una cara amable. Es Barak Obama bombardeando a civiles y siendo festejado por negro. Nuestra obsesión con la bondad de Daenerys es una demostración de la política identitaria llevada al extremo. No queremos eliminar a los tiranos, queremos que sean mujeres, negros y gays.
Daenerys hizo el domingo exactamente lo que haría cualquier persona en situación de poder. Sea hombre o mujer, sea blanco o negro. Sacrificar inocentes por una corona es la historia de la humanidad. Quizás nos sirva para aprender que la tiranía sigue siendo tiranía aunque se vista de machitosismo.
Nosotras estamos con Varys, con el pueblo de Westeros y con todas las oprimidas del mundo. Que no están en castillos ni tienen dragones, que luchan por la justicia y no por un trono.