Noche tras noche, dia tras dia, semana tras semana, era el mismo puto sueño. July desperto repentinamente, sudorosamente, acaloradamente en una noche de verano. Lo que soñaba era lo mismo una y otra vez, aquella imagen, aquel sujeto… Era el bolitoro, un amerindio de 1.45, con piel marron, facciones de cacique, postura de campeon, brazos de guerrero mapuche, imponente, impresionante, capaz de aplanar cien mil casas que los europeos recesivos construyeron en Lanus, aquella villa que July llamaba su hogar antes de huir. El bolitoro, con su mandibula de macho alfa, cienes infinitas y cabello de anime que resplandecia ante el sol de esa villa, miro hacia arriba, hacia la cara de july y le dijo que le entregara el celular; Oh, no, dijo july muerto de miedo, cagado de hambre y de miseria blancoide, cargando sobre sus hombros el genocidio que cometio contra la raza ancestral amerindia. Oh no, por favor, por favor, se lo ruego, señor amerindio, por favor, por favor, no se lleve mi celular, mire que no lo he terminado de pagar y mi novia me lo regaló ayer, todavia me faltan 36 cuotas. El amerindio, se lo arranco de la mano, julio sintio toda la fuerza de la pachamama, sintio lo que era un verdadero cacique alfa, sintio miedo de si lo hubiera visto su novia en esos momentos, en el suelo, derrotado, mientras el amerindio aplanaba su hombria. El muisca cacique mapucho, sonrio a sus adentros y escupio a July en la cara, y le dijo: "Para la proxima me vas dando mas que esta basura, boludo".
Aquel incidente, el cuarto que el amerindio le habia provocado ese año, cuatro celulares que su familia le habia reemplazado. Aquel incidente, July solo podia recordarlo mientras sudaba copiosamente.
July esperaba olvidar su triste destino, que nadie supiera su pasado, por esto viajo hasta una tierra extranjera, en busca de la paz interior, pero nunca sera suficiente para eliminar dicha memoria de su mente.
El amerindio siempre aplanara mi casa, se repetia July una y otra vez.