Nací en una pequeña aldea. Todavía era un niño cuando fuimos invadidos por los soldados. Soldados extranjeros. Ya separado de mis ancestros, me obligaron a hablar su lengua. Con cada nuevo mando, mi maestro cambiaba, al igual que las palabras que me hacían pronunciar. Con cada cambio, yo también cambiaba. Mis pensamientos, mi personalidad, cómo veía el bien y el mal…
Las palabras pueden matar.