Hasta el día de hoy, me di cuenta de que soy un izquierdista; y antes no lo sabía.
No, no es que promueva o profese el izquierdismo; sino, más bien, hasta hoy lo entendí bien, y me di cuenta de que soy esa clase de persona. No lo digo con orgullo, sino con pesar. No lo digo militando, sino de forma auto-crítica.
Soy un inadaptado conflictivo mediocre que considera que los demás deben estar como yo, o hacer el trabajo necesario, por mí, para que yo esté tan bien como ellos. Soy un debilucho llorón que mira con malos ojos al fuerte; y siempre he tenido el sueño de reunirme con otros como yo para formar un músculo que me dé lo que quiero, arrebatándoselo a los demás, sólo para luego dominar con fuerza y aplastar, totalitariamente, a quien me lleve la contra. Y, si para conseguir ese poder, he de manipular a la gente más vulnerable, resentida socialmente, y con hambre, usando las palabras que quieren escuchar, sería capaz de hacerlo con tal de que me otorguen su voluntad y respaldo.
Lamento mucho lo que soy; pero, ahora que lo he concienciado, no seguiré este camino enfermizo de escorias. Buscaré fortalecerme yo mismo, y ganarme las cosas por la buena.
No me odien, por favor. Había vivido en el error sin saberlo; ni siquiera entendía bien a qué se refería ser de izquierda o de derecha. Pero hoy les digo, mis oscuros amigos, que ha muerto una sanguijuela, y que ha hacido alguien que, en un tiempo, será un hombre.
Un abrazo; recuerden que los quiero mucho