El boliviano va a comprar churros al eurodescendiente. El boliviano le habla de Evo y la patria grande. El hombre blanco asiente, cuenta el dinero. El boliviano vuelve a la casa, no se baña porque igual mañana se va impregnar de olor a papa de nuevo, quizás habla mal de un racismo imaginario en facebook.
El europeo trabaja hasta las 3 de la tarde, cierra la persiana, se caga de risa con su novia anime de las pelotudeces que dijo el amerindio roñoso de la villa. El eurodescendiente duerme feliz, mañana le llega la figurine importada de Japón. El eurodescendiente esta en armonía, esa armonía que te da el triunfo inevitable.