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Estaría bien si el tipo se quedara atrás vestido masculinamente y no bailando travestido.
Parte del atractivo de Babymetal es el balance entre la masculinidad de los músicos y la feminidad de Su, Yui y Moa.
De esa unión entre energía masculina y femenina, occidente y oriente, lo grotesco y la belleza, la distorsión y lo melódico, lo fuerte y lo frágil es que se gesta la majestuosidad de Babymetal. Por supuesto con el toque divino del genio corporatista capitalista nipón detrás de este proyecto.
Su, figura central del trío coreográfico, es la encarnación arquetípica de lo eterno femenino. Un verdadero símbolo religioso encarnado. Un hombre subvirtiendo ese ideal y reemplazándolo con una burda traición a los roles sexuales, culturales y raciales tradicionales es no solo disonante. Es obsceno por demás.