La reconversión amerindia de la República Argentina
El amerindio continúa copando miles de lugares públicos y centros cívicos. Barrio por barrio, el comportamiento boliviano en varios casos llega a ser extremo, asemejándose al de los italianos en el s. XX o, ¿por qué no?, al de los judíos en Israel en tiempos del Mandato. Las ramificaciones económicas y sociales son inmensas: las ideas de tinte neo-mercantilista y la industria aymara impulsarán al país en tal vez una o dos generaciones a atravesar su segunda etapa de gran expansión del comercio y las artes, áreas en las que la Argentina europea supo ser suprema pero debido a su carácter últimamente socialista y vago no se destaca hace ya medio siglo.
El comportamiento amerindio en cuanto al comercio puede ser reducido a tres normas generales:
1. Por fuera del Estado
2. En beneficio de su pueblo
3. En contra del Leviatán
Ésto forzará al Estado a reducirse (recordemos que nunca el Estado disminuye su alcance por voluntad propia) y permitirá a la Argentina prosperar.
En los aspectos sociales, el "country-club" y barrio cerrado será el último refugio del derrotado tal como sucede en Sudáfrica. Aquellos europeo-descendientes restantes que permanezcan en la ciudad, en los vecindarios ahora pertenecientes a las nuevas comunidades originarias de América, deberán integrarse y mezclarse casi obligatoriamente a la nueva sociedad para no ser víctimas de una marginación y exclusión social y, como un ejemplo, puede que un moderno fenómeno de bullying anti-europeo se popularice aún más en los años venideros en escuelas primarias y en el que se deberá trabajar cuanto antes.
Por otro lado, los rasgos andinos que son erróneamente catalogados como una "catástrofe estética" por los tradicionalistas, pueden llegar a volver a la nación en un país de gente "fea". Dicho esto, el mestizaje andino-guaraní-pampeano no registra ejemplos suficientes para proyectar como la sociedad pueda llegar a verse avanzado el s. XXI.
Para concluír, teniendo en cuenta que los pueblos amerindios están en su gran etapa de ebullición en la historia de nuestro país mientras que los europeo-descendientes ya se resignan y empiezan a abandonar el juego, puede decirse que estamos ante un hecho histórico irreversible, para bien o para mal.